Amaya Coppens dura contra los ungidos de la oposición
Enérgico mensaje de la excarcelada política Amaya Coppens para la clase política de oposición.
Era mucho más fácil decidirse a dejar tu vida de lado cuando pensábamos estar en el mismo bote, sin embargo, nunca lo estuvimos. Tuvimos reuniones con ustedes, los ungidos, los que tenían una voz, los que se suponía harían eco de las nuestras. Confiamos en ustedes, les respaldamos, desde las calles pensábamos que hacíamos nuestra parte, y ustedes la suya. Dormimos en la calle, comimos en la calle, hicimos huecos en las calles con nuestras propias manos, corrimos por nuestras vidas, perdimos a hermanos y hermanas.
Supe que no estábamos en el mismo barco cuando en medio de nuestras lágrimas, al ver que nos iban cazando poco a poco, les pedimos un paro, les pedimos reaccionaran, y nos contestaron “No tenemos tiempo para esto”, tan insensible, tan seco y corto, así zanjaron el tema. Y nos siguieron cazando, correr no nos sirvió, y nos siguen cazando, y la reacción ha sido la misma; la falta de reacción ha sido la misma. Fuimos efectos colaterales, fichas de cambio, nombres en sus pancartas publicitarias.
Para mientras, seguimos poniendo el pecho, sacrificándonos porque en Nicaragua se engrandece al mártir, para que nadie piense en quejarse, tomen sus flores, tomen sus mensajes de repudio, pero libertad, pero justicia, no. No, mientras no convenga, a menos que seas de los “importantes”. Vamos a hablar de vos , pero con vos, mejor no, incomodas, haces bulla, cuestionas, lo que haces es división.
Ya pasaron casi 3 años, ya pasaron más de 800 presos, más de 500 muertos, más de 100 mil exiliados, y no hay reacción. Para mientras, seguimos con pesadillas, con nuestras cicatrices y nuestras vidas desmoronadas, mientras Cristiana se queja del “barullo” que no la dejaba tomarse su cafecito tranquila, porque a pesar de sus largas piernas aristocráticas, no logra tocar la tierra, y un grupo de machos conservadores se reúne a comparar sus diplomas.
Algún día en Nicaragua podremos decidir realmente, y no acomodarnos por lo menos peor. Algún día podremos vivir en un país libre, pero para mientras no olvidamos, ni callamos, porque el precio que pagamos por nuestras voces ha sido inmenso, porque hay quienes ya no pueden hablar. Nunca más aceptar sin cuestionar, sin exigir respuestas.
En lugar de pedir debates con la dictadura, que sabemos que no se van a dar, en lugar de publicitarse, exijan libertad. Si sus prioridades no coinciden con las nuestras, se las recordamos: antes que sus campañas personales está la vida, la libertad y la justicia.
¡Libertad para las Presas y Presos Políticos!
¡Justicia para las y los asesinados!